2011/01/21

METANOSIS [1. NO SÉ]

Es de noche. Fuera llueve y hace frío. Puede que hoy haya caza. Ya veremos.

Me gusta pensar. Por la noche. A oscuras. Mirando la calle y las luces de la noche. Antes lo hacía fumando. Ahora lo he dejado. Pero del pensar no me quito.

Y del leer tampoco. Esas son mis drogas, aunque consigo tenerlas controladas. Me gustaría vivir más vidas para poder hacer todo lo que se me pasa por la mente. Pensar. Es importante.

A veces no hay tiempo. Entonces es cuando hay que tirar de reservas. Sacar agua del pozo. Automáticamente. Pero éso tiene que haberse pensado antes. Si no, no sale. Pero se puede.

También pienso durante el día. Me fijo en la gente. No, me fijo en las personas. Miro. Observo. Intento entender su interior por lo que muestra su exterior. A veces son pequeños gestos, casi imperceptibles, que apenas se dejan ver por un instante. Pero mis ojos son capaces de detectar esas señales que inconscientemente salen a la superficie desde las aguas profundas del corazón y el alma.

Los ojos son el espejo del alma, dicen. Y es verdad. Pero muchas veces son furtivos y esquivos y no es fácil mirar en su interior. Hay que recoger datos de más sitios. Sondear otros mares. Las manos también hablan mucho de una persona. Y la boca. Y la postura corporal. Y la forma de andar. Y el hablar. Y el mirar.

No sé explicarlo bien.

Soy un especialista de no sé qué. Puedo ver más allá de lo que ven los demás. Y éso me hace distinto. Valioso.

Somos pocos en todo el planeta. Pero somos muy importantes. Yo no lo sabía hasta que me lo explicaron. Bueno no. Sí sabía que era capaz de ver más allá de esa imagen externa estereotipada que todos proyectamos y que está llena de interferencias. Pero no sabía que éso era tan importante. Ni que me iba a cambiar la vida.

Por fuera, todo sigue igual. Yo soy el mismo que era antes. Pero por dentro algo sí ha cambiado. Ahora sé que todas esas cosas que veo en las personas con las que me cruzo no son intuiciones mías carentes de fundamento. Ahora sé que son verdad.

Y ahora sé por qué soy capaz de ver más allá. Soy un elegido. Un enviado. Un peón en esta partida que tiene encomendada una misión muy concreta: descubrir dónde están, quiénes son. Estudiarlos y averiguar qué pretenden, cuál será su próximo movimiento. Obtener toda la información posible de ellos. Y después, identificarlos para que los eliminen.

No hay comentarios: